Entrega de informes

Cuando finalizamos nuestro informe pedagógico llega el momento de entregarlo a los padres o tutores legales del niño o niña en cuestión.

Debemos tener en cuenta que el sólo hecho de entregar el informe ya supone una situación de nerviosismo y dudas en los padres. Se ha valorado a su hijo o hija y ahora se va a dar los resultados, lo que supone terminar y poner fin a dudas e incertidumbres que la gran mayoría tiene cuando decide realizar este tipo de evaluaciones.

Debemos tener en cuenta varios aspectos:

En primer lugar, debemos citar a los padres cuando tengamos mayor tiempo, es decir, buscar un hueco en el que no tengamos citas posteriores o si es así sean con un margen mínimo de una hora o más para que estos puedan estar tranquilos, preguntar todas las dudas, entender lo que se les está explicando y no tener la presión de ir justos a la hora de explicarles algo. Vamos a explicarles muchas cosas y necesitamos que se quede todo lo más claro posible.

En segundo lugar, tenemos que ser muy claros a la hora de explicarnos, debemos dar ejemplos de lo que se les pedía en las pruebas a los niños o niñas, explicar qué significa cada prueba, que mide, qué supone el resultado que ha obtenido en esa prueba y si esto tiene una relevancia en lo que ha sido el motivo de consulta que nos han comentado en la entrevista final.

Además, tenemos que tener muy claro los resultados de cada prueba y la relevancia que tendrá con el posible diagnóstico final que se les de, debemos explicar cada prueba por separado para poder unir finalmente todos los resultados en lo que es el resultado diagnóstico, de tal manera que entiendan que cada resultado es parte de un todo, que podrá ser o no un diagnóstico.

Tenemos que ver la evaluación diagnóstica como un ciclo que empieza con la entrevista final, se realizan e interpretan las pruebas y por último se concluye con una entrevista de entrega en la que se da por cerrada la evaluación.

Algo que tenemos que tener muy claro es que no toda evaluación supone un diagnóstico, hay ocasiones en las que los niños o niñas poseen algunas dificultades en ciertas áreas pero no son patológicas, es decir, no forman parte de un diagnóstico en ciernes. En esta ocasión debemos aclarar a los padres o tutores la dificultad y las áreas que se deben reforzar pero siempre tenemos que aclarar que estas no suponen la posibilidad, al menos en ese momento, de que exista un diagnóstico.