¿Patología o falta de estimulación?

Buenas noches compis, hoy os traigo una entrada que he creído os podía interesar. Desde hace un par de años venimos recibiendo en los gabinetes y centros de atención temprana niños y niñas con los mismos signos de alerta:

  • Edad: 2-3 años
  • Motivo de consulta: No habla/ no responde a su nombre/ no se relaciona con otros niños o niñas

Muchas madres y padres acuden a la primera entrevista alertados ya por lo que han leído en internet, hablando incluso de trastorno del espectro autista o similar. Como es lógico realizamos una valoración y comenzamos a intervenir, con el paso del tiempo nos damos cuenta de que esa alerta previa por un posible trastorno del espectro autista desaparece. ¿A qué se deben estos sucesos? En el artículo de hoy vamos a intentar comprenderlo.

En los últimos años, la sociedad en la que vivimos se ha visto envuelta en un cambio a nivel global. Una pandemia ha hecho que durante más de dos años nuestra vida cambiase en todos los aspectos, esto ha hecho que hoy en día nos encontremos con muchos casos como el mencionado anteriormente debido a varios factores que vamos a analizar.

  • Teletrabajo: millones de personas tuvieron que empezar a trabajar desde casa, convirtiendo sus casas una nueva oficina, teniendo que hacer malabares para conciliar con la vida familiar, ratos de ocio y tiempo libre que pasaban en familia, quedando estos en un segundo o tercer plano.
  • Escuelas y guarderías cerradas: el tiempo que los peques pasaban antes en el centro escolar quedo olvidado, la estimulación que se les daba en los centros infantiles quedó a cargo de las familias y el tiempo que estas tuviesen en casa para dedicarles. Tiempo que como hemos dicho se redujo bastante debido a la poca conciliación familiar que había con el teletrabajo.
  • Falta de interacción social: parques y eventos sociales reducidos o eliminados hicieron que la estimulación que se propiciaba con naturalidad en las interacciones sociales que teníamos con anterioridad se eliminasen casi en su totalidad, por lo que uno de los componentes más naturales de aprendizaje como es el ambiental y social quedó reducido a nada por el miedo a un contagio.
  • Sobreprotección: el miedo a un contagio, a posibles exposiciones que puedan ser perjudiciales para la salud de los peques o de algún familiar cercano ha hecho que tengamos más en cuenta la protección que se les da a los niños y niñas en edades tempranas, llevándonos a sobreprotegerlos en una especie de burbuja en la que envolverlos que ha acabado por aislarlos de estímulos naturales.
  • Mascarillas: el haber estado rodeados de mascarillas dejando ocultas las bocas de los niños y adultos con los que interactuaban los más peques de la casa impedía que estos vieran los movimientos que se producen al hablar cada lenguaje, dificultando así que sus neuronas adquirieran de forma correcta los patrones necesarios para hablar.

Estas situaciones han hecho que hoy en día y tras casi tres años después de que empezara dicha pandemia, tengamos aún consecuencias en el aprendizaje y estimulación de los niños y niñas de corta edad. Todas las situaciones anteriores juntas son las que han propiciado la abundancia de pacientes que llegan a gabinetes y centros con dificultades para reconocer su nombre, baja tolerancia a la frustración pobre o nulo lenguaje, dificultades de comprensión, problemas de habla, etc.

Es totalmente comprensible la preocupación por parte de padres y madres cuando ven que su hijo o hija no avanza al ritmo que debería, pero tenemos que ser conscientes que el inicio de su aprendizaje se ha visto marcado por muchas adversidades en las que como sociedad nos hemos visto involucrados.

Es cierto que, siempre que veamos dificultades debemos acudir a profesionales que nos orienten en pautas y ayuda para ofrecer una estimulación adecuada y así prevenir o descartar una posible patología, pero debemos ser conscientes de que no todo niño o niña que no hable o vaya con cierto desfase en su desarrollo tiene una patología asociada. La realidad en la que nos hemos visto envueltos ha hecho que esto suceda y no por ello somos mejores ni peores padres o madres, simplemente somos familias intentando educar y criar a niños y niñas que han nacido en medio de una pandemia mundial y eso es algo que debemos de valorar.