Elección de pruebas

Una vez realizada la entrevista inicial se procederá a la evaluación mediante pruebas estandarizadas del paciente. Con ello buscamos conocer el funcionamiento de cada área del paciente comparándolo con lo que se espera según su edad cronológica en dichos ámbitos. Estas pruebas no deben extenderse mucho en el tiempo ya que no sería productivo ni nos ofrecería un diagnóstico objetivo, por lo que debemos pensar que debe durar menos de un mes desde que se realiza la entrevista inicial hasta que posteriormente se entrega el informe diagnóstico.

Además, las sesiones deberán tener una duración aproximada de 2-3h como máximo ya que si fuese más extenso, tendemos a obtener un estado de ánimo en el niño o niña de cansancio o fatiga. Cuando son más pequeños se recomienda incluso que el periodo sea menor, para sacar mayor partido a lo que se va a evaluar. Podemos introducir varias sesiones semanales, a fin de hacer más ágil dicha evaluación y poder comprender mejor al paciente.

En cuanto a las pruebas a utilizar, tenemos que contar siempre con una batería “básica” que pueda ofrecernos resultados de las diferentes áreas de desarrollo del/la  evaluado/a.  A modo de consejo personal os diría que tuvierais mínimo dos pruebas que puedan valorar áreas similares, ya que no podemos quedarnos solo con lo establecido por una de ellas, por lo que como mínimo en nuestro kit de baterías básicas debemos contar con dos por área (dos pruebas que midan las funciones ejecutivas, dos de lectoescritura, dos de inteligencia, etc.) tenemos que ser conscientes de que para estar seguros de la existencia de dificultades en un área debemos comparar con varias pruebas y así asegurarnos que no es un problema con la prueba en sí (ya sea por el tipo de pruebas, por el estado de animo del niño o niña ese día, la dificultad de dicha prueba o diferentes agentes externos que pudiesen explicar dicho resultado) si no que el área que estamos valorando realmente tiene o no dificultades demostrables y explicables.

Tenemos que tener en cuenta que esa batería que para nosotros es básica, debe ser una con la que estemos cómodos, de la que sepamos valorar e interpretar los resultados, adecuada para el niño o niña por edad en el momento de pasarla y sobre todo que este lo más actualizada posible. No podemos olvidarnos de tener otras pruebas que quizás no sean las imprescindibles pero que sí conozcamos y sepamos manejar para poder complementar o conocer alguna otra área o necesidad que vayamos viendo en las sesiones de evaluación que nos puedan hacer pasarlas para establecer un diagnóstico claro y conciso.

Una vez que hemos elegido y nos hemos familiarizado con dichas pruebas de evaluación procederemos a pasárselas a los niños o niñas, siendo objetivos y teniendo claro lo que vamos a preguntar o a exigir que el paciente realice.